Actualizado el 27 septiembre 2023
¿Será cierto aquello de que “Sevilla tiene un color especial”? Seguro que lo has cantado mil veces, porque no hay fiesta veraniega en la que no se cuele el famoso estribillo de Los del Río, pero ¿sabes a qué se refieren? ¿Qué es eso que tiene Sevilla de especial?
Ojo, aquí no te lo voy a desvelar, sobre todo porque es imposible. Lo que sí voy a hacer es contarte unas cuantas cosas para dejarte con las ganas de visitar y sumergirte en la ciudad por ti mismo, las 10 mejores cosas que ver en Sevilla este año. Quiero asegurarme de que Sevilla queda anotada en tu lista de “próximas visitas” para ir de turismo.
Te lo pongo fácil: para conectar con Sevilla con los cinco sentidos lo que tienes que hacer es seguir estas recomendaciones y también dejarte llevar por el embrujo de una de las ciudades más fascinantes del sur de España.
Luego ya, si eso, lo del color especial ya me lo cuentas tú, cuando hayas recorrido y vivido a fondo la ciudad.
¿Qué encontrarás en esta guía?
Top 10 cosas que ver en Sevilla
Comienza la visita. Calzado cómodo y muchas ganas de conocer rincones que se te quedarán grabados y que, todos juntos, componen ese “color” de Sevilla. Veamos este top 10 de cosas qué ver en la ciudad.
1. Real Alcázar de Sevilla

Si hay que empezar por algún sitio, vamos a hacerlo por aquí, porque es absolutamente espectacular. Es un enorme conjunto, mezcla de estilos arquitectónicos (desde el mudéjar al renacentista) y estoy cien por cien seguro de que te va a impresionar, es una de la cosas que ver imperdibles en tu visita a Sevilla.
Así que vamos con calma. Resérvate la mañana completa, o la tarde. La visita pelada pueden ser un par de horas aproximadamente, y eso si vas ágil… pero la verdad es que el lugar invita a pasear tranquilamente, descubrir rincones, sentarse en los jardines. Vamos, que hay que disfrutar el lugar.
Las entradas se venden en las taquillas, en la web oficial o bien puedes reservar un tour guiado como este que incluye todas las entradas a los monumentos. La general permite el acceso a los jardines y a la planta baja de los Palacios. Como en otros enclaves, puedes ir a tu aire, puedes alquilar una audioguía y pegártela a la oreja o puedes sumarte a una visita guiada, según prefieras. Más información sobre cómo y dónde conseguir las entradas.
Por unos eurillos más (pocos) también puedes visitar el Cuarto Real Alto. Esta entrada se cobra aparte porque son estancias que pertenecen a Patrimonio del Estado, y no al Ayuntamiento. ¿Y eso? Pues resulta, amigos, estamos en un palacio en uso, residencia oficial de los reyes cuando visitan la ciudad (aunque lo normal es que se alojen en otras dependencias algo más modernas y no en las que nos dejan visitar a nosotros).
El Cuarto Real Alto es una visita a una serie de estancias reales, comedor, despacho, sala de fumar, sala de audiencias, salón de gala, sala de billar… La gente no suele pagar ese poquito extra porque considera que con la visita general ya se va contenta para casa, pero la verdad es que merece la pena estirarse un poco y verlo completo.
Y si algunos rincones te parecen familiares, quizá es porque los hayas visto como escenario de Juego de Tronos. Ahí se rodaron escenas de los jardines acuáticos de Dorne , que necesitaban un entorno de naturaleza exuberante, colorida y fresca, o sea, Los Alcázares de Sevilla.
2. La Catedral, la Giralda y el Archivo General de Indias

Si vas en temporada alta, prepárate, porque es uno de los puntos calientes y estará a tope de turistas que vienen a ver el barrio. Es la catedral gótica de mayor superficie del mundo y recibe más de 2 millones de visitantes anuales, ahí es nada. Si te gustan las catedrales no te la puedes perder, debe de estar en tu lista de cosas que ver.
Recomiendo reservar entrada, con audioguía si quieres enterarte un poco mejor de lo que vas a ver; también puedes contratar una visita guiada, aunque lógicamente te saldrá por algo más. Verás la catedral gótica, sacristías, el tesoro, el patio de los Naranjos y la Iglesia de El Salvador.
Y la Giralda, claro, incluida en el recorrido. Es el campanario de la catedral y se puede subir, así que… toma aire, prepárate para coronar sus casi 97,5 metros de altura y prémiate con las mejores vistas de la ciudad.
Una curiosidad a tener en cuenta: seguro que sabes que la Giralda está coronada por una figura que se llama El Giraldillo y que es, en esencia, una veleta. Pues bien, en 1997 se decidió restaurarlo y hubo que bajarlo de su peana. Para no afear la Giralda dejándole ese vacío se construyó una réplica que estuvo en alto hasta 2005. Hoy esa copia se puede ver de cerca en uno de los laterales, en la parte sur.
Ya que estás al lado de la catedral y viendo el Giraldillo, vuélvete: lo que tienes a la espalda es el Archivo General de Indias, un precioso edificio que fue diseñado en origen por Juan de Herrera, el arquitecto del Escorial. Se hizo en un principio para albergar al creciente número de comerciantes que se reunían para hacer negocios en las cercanías de la Catedral.
Fue Carlos III quien lo convirtió en Archivo General de Indias. A partir de entonces alberga una enorme cantidad de documentos y mapas de lo que fue la administración española en el Nuevo Mundo.
Obviamente no tiene tanto interés visitarlo, pero sí merece la pena que conozcas la historia del edificio, de entrada gratuita. Junto con el Real Alcázar y la Catedral, forman el conjunto que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad en 1987.
A un paso de la catedral está la Plaza de Santa Marta, un rinconcito al que si no te llevan, no vas. Un patio de naranjos para escapar de las hordas de turistas, al que se llega por un callejón del mismo nombre que se toma desde la Plaza de la Virgen de los Reyes. Será tu pequeño rincón privado en Sevilla, porque con un poco de suerte estarás allí solo incluso en temporada alta. Más escondido, imposible, pero este mapa que hemos hecho te ayudará a encontrarlo.
3. Plaza de España y Parque de María Luisa

Son dos zonas que están prácticamente al lado (la plaza está al noroeste del parque), así que puedes aprovechar para verlas en la misma jornada porque ambas son lugares imprescindibles que visitar en Sevilla. Te recomendamos empezar recorriendo la explanada semicircular que hay delante de la Plaza. Los edificios que la rodean son organismos públicos y, salvo el Museo Histórico Militar, poco más hay visitable. El Museo es muy chulo y, un detalle interesante: ¡es gratis!
El conjunto arquitectónico se basta y se sobra para justificar la visita. Se proyectó en 1929 para la Exposición iberoamericana. Si te fijas verás que tiene las provincias españolas representadas en los bancos decorados con cerámica, repartidos al pie de la enorme galería porticada. Es un clásico que los turistas españoles se saquen la foto delante del banco de su comunidad autónoma.
También están representadas Castilla, León, Aragón y Navarra en los cuatro puentes que cruzan el canal. Todo en la plaza hace referencia a la idea de hermanamiento entre los pueblos de España y los de la metrópoli. Para esto están también representados Colón y Magallanes. Si te atrapa el espíritu de los grandes navegantes, una actividad que puedes hacer es alquilar una barquita de remos para darte una vuelta por el canal. El recorrido es mínimo, pero para hacer algo diferente y divertirte un rato cumple de sobra, sobre todo si viajas con niños.
En cualquier caso, es un escenario tan sorprendente que no ha pasado desapercibido para la industria del cine. Por la galería de pórticos pasearon el joven Anakin Skywalker y la Reina Amidala en Star Wars: el ataque de los clones. También estuvieron allí las productoras de El dictador (2010) El viento y el león (1975) o Lawrence de Arabia (1962).
De ahí vamos al Parque de María Luisa, que está justo enfrente. Otro lugar que visitar de lujo, fresco y lleno de sombras. ¿Sabes que Sevilla tiene nada menos que doce parques? Es una de las capitales con más espacios verdes de España, algo que habitantes y turistas agradecen cuando el termómetro aprieta. En este caso, tenemos 40 hectáreas por delante para pasear y descubrir. En ellas hay muchos rincones que ver.
El Parque de María Luisa celebró su centenario en 2014, y se aprovechó para volver a presentarlo como uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad.
En origen el sitio era de uso privado, una zona verde vinculada al Palacio de San Telmo. Se hizo público cuando lo donó la infanta María Luisa Fernanda de Borbón y a partir de comienzos del siglo XX ya hemos podido disfrutar de todos sus rincones.
Antaño los jardines tenían un paisajismo diseñado por los mejores artistas y marcaban tendencia. Este en concreto tiene influencias de los Alcázares de Sevilla, la Alhambra y El Retiro, sintetizadas por un ingeniero y paisajista francés, Jean Claude N. Forestier.
Se dice que este se inspiró en el amor romántico y por eso representó un trazado irregular y lleno de sobresaltos. Para calentar motores puedes pasar por la Glorieta de Bécquer, un conjunto en el que el poeta aparece mirando al frente, acompañado al pie por tres damas que representan tres fases del amor: el que está por venir, el presente y el que desaparece. ¿Te parece inspirador?
Otros rincones son la Fuente de las Ranas, el Estanque de los Lotos, el Estanque de los patos, la Fuente de los leones (homenaje a su “hermana mayor”, en la Alhambra) y el Monte Gurugú, un pequeño promontorio decorativo. Hay que ir prestando atención a los elementos paisajísticos, la división en avenidas, las isletas de los estanques, la disposición de los surtidores, la utilización de pérgolas, los bancos de ladrillo tallado…
4. Acercarse al Guadalquivir

Esto es algo que hay que hacer, sí o sí. El río es el corazón de la ciudad. No se entiende Sevilla sin el Guadalquivir, y en mi opinión la visita no está completa si no incluyes un paseo en barco. Los precios son asequibles, y tienes garantizadas unas vistas fantásticas de la ciudad, imposibles de lograr si no es desde el agua.
Pasarás por los distintos puentes: el del V Centenario, el de Las Delicias, el de San Telmo, el de Triana, La Cartuja, La Barqueta, El Alamillo… Y tendrás una perspectiva única de los lugares más emblemáticos que seguro que visitarás también a pie: Palacio de San Telmo, Parque María Luisa, Torre del Oro…
Hay muchas empresas que ofrecen tours por el río, aquí tienes algunas opciones para reservar. Si se trata de un grupo existe la posibilidad de contratar un viaje privado. Todo es preguntar precios, en función del número puede hasta salir más económico por persona. Puedes contratarlo online, aunque también es posible comprar un ticket sobre la marcha.
En temporada baja hay menos movimiento, pero aun así puedes tener un barco cada hora. En verano no tendrás ningún problema en encontrar horarios Date cuenta que además, puedes utilizarlo como un tiempo de descanso. Si llevas todo el día dejándote las suelas de los zapatos, este ratito de calma te va a venir de perlas para reponer fuerzas.
¿Quieres una experiencia más activa? Pues apúntate a una salida en kayak. Suelen durar hora y media y no hacen falta conocimientos previos. Con seguir las indicaciones de los instructores es suficiente para recorrer con tu kayak una parte del río.
Si te atreves a ir un poco más allá, otra posibilidad es hacer la ruta en paddle surf. Un remo, la tabla y tú, es todo para que las sensaciones sean mucho más intensas.
Y un secretillo (a voces) basado en la experiencia: sea cual sea la modalidad de tour que elijas, una hora mágica es el atardecer. Deja que se vaya ocultando el sol desde el río, mientras las orillas se iluminan. Se te va a quedar grabado.
Puedes acabar la jornada de río tomándote algo en uno de los numerosos locales que hay en ambas márgenes. Del lado izquierdo, la terraza del Muelle New York es estupenda para pasar la tarde-noche, viendo hacia un lado el bellísimo Puente de San Telmo iluminado y hacia el otro el de Los Remedios. Con un cóctel en la mano. Suena bien, ¿verdad?
5. La Torre del Oro… y de la Plata, y del Bronce

Estamos hablando de una de las visitas obligadas, una de las fotos que hay que sacar si se visita la ciudad. Se trata de una construcción con tres cuerpos y base dodecagonal, que en su día se levantó con fines defensivos, para divisar a tiempo las a quienes tratasen de invadir la ciudad entrando por el río.
De oro no es, obviamente. La explicación tradicional dice que antaño estaba cubierta de azulejos que reflejaban el sol. Hay otra más reciente pero con menos lustre: cuando se restauró en 2005 parece que se demostró que el brillo en cuestión se debía a una mezcla de paja prensada y mortero de cal, habitual en fachadas antiguas. Quédate con la que más te guste. Ah, y se puede visitar por un precio módico. Dentro hay un museo naval y un mirador sobre el río.
Pero te cuento algo más. ¿Sabías que esta torre, la más conocida, tiene dos hermanas pequeñas? Este es un dato que se le escapa a muchos visitantes, que van con el tiempo justo a ver lo indicado en las guías.
Para ver la Torre de la Plata solo tienes que caminar cinco minutos hasta la calle Santander, a la altura del número 15. Formaba parte de la muralla de la ciudad, igual que la Torre del Oro, pero como es de menor envergadura fue quedándose atrás, mimetizada dentro del casco urbano.
En el 92 se restauró parcialmente y hoy, al menos, se ve, aunque es de esperar que en algún momento se acondicionen mejor los alrededores para sacarle más partido (tiene al lado un aparcamiento horroroso, que dicen que en algún momento podría convertirse en un jardín).
¿Y la del Bronce? Hay poca historia sobre ella, aunque se sabe que también formó parte del cinturón defensivo de la ciudad. Hoy solo se conserva parte de la base, de planta cuadrada. Se descubrió en 2012 cuando se hacían obras para abrir un restaurante de comida italiana, que hoy existe y en cuyo interior podemos –además de comer, claro- observar restos arquitectónicos debidamente protegidos por cristaleras.
¿Te quedan ganas de una torre más? La de Abdel Aziz la verás paseando por la Avenida de la Constitución, haciendo esquina con los jardines del Archivo de Indias. Simplemente fíjate al pasar. De planta hexagonal, era uno de los vértices de la muralla.
6. Paseo por la judería

Al norte del Real Alcázar te espera una muy gratificante caminata por la antigua judería, dentro del más amplio barrio de Santa Cruz. La judería como tal desapareció en el siglo XVI, y hoy es uno de los cascos antiguos más bonitos y más grandes de España, y un imán para los turistas. Un espectáculo de callejuelas intrincadas, plazas inesperadas, sitios recónditos, locales pintorescos, restaurantes y tapeo. Y mucho mucho colorido: hay cantidad de cosas que ver en el barrio.
¿Qué se puede hacer aquí? Dejarse llevar. Caminar. Hartarse de sacar fotos. Empaparse del ambiente. Cuando aprieta el calor, detenerse en una terraza a tomar algo fresco. Si es a la sombra de los naranjos, mejor que mejor. Todo eso puedes hacer mientras no te olvides de lo principal: en la judería hay que ir de tapas.
Aquí puedes elegir lo que más te apetezca, cocina tradicional, freidurías, italianos, plato del día… Si quieres centrarte te propongo que empieces por la calle Mateos Gago, que está sembrada de locales para tapear con lo mejor de la ciudad. A solo dos pasos, en la calle Rodrigo Caro, tienes la Bodega Santa Cruz (o Las Columnas) donde es obligado pedirse un montadito de pringá.
Como no todo va a ser llenar las alforjas, me veo en la obligación de comentar que también hay recintos visitables. Aquí tienes el Centro de interpretación Judería de Sevilla para comprender mejor todo lo que encierran sus calles, o el Hospital de los Venerables, donde está el Centro Velázquez y la colección de Arte Contemporáneo gestionada por la Fundación Focus, aparte de que el edificio es una preciosidad.
Y no te vayas sin un dato anecdótico. Si pasas por la calle Susona (antes, calle de la Muerte), te encontrarás con una curiosa historia que forma parte de la leyenda de la ciudad. De la Susona se sabe que era una hermosa judía conversa del siglo XV, cuyos amores con un cristiano acabaron provocando la muerte de su padre. Por petición de ella, una vez muerta su cabeza permaneció colgada en la puerta de su casa, para dar ejemplo a las generaciones venideras.
Un siglo nada menos estuvo la cabeza dando testimonio en el quicio de la puerta, hasta que alguien tuvo a bien sustituirla por un azulejo, más discreto pero con la misma finalidad.
Toda esa historia se explicaba en un gran panel azulejado, a la puerta de la casa en cuestión, hasta que en 2018 sus dueños decidieron darle una capa de pintura blanca para hacerlo pasar desapercibido. ¿Por qué? Uno de los habitantes de la casa estaba convaleciente de la operación y el trasiego de turistas no permitía un buen descanso. Así que hoy solo se ve un pequeño dibujo con una calavera; tienes que fijarte para que no se te pase.
7. Museo de Bellas Artes

Si te gusta el arte, estarás en tu salsa y tendrás anotada esta visita en tu agenda. Si por el contrario, eres de los que dejan para el final las visitas culturales (por si hay suerte y no da tiempo), te recomendamos hacer un esfuercillo porque va a merecer la pena.
Primero, hay que saber que Sevilla fue cuna de artistas importantes, con especial representación en el barroco español: Velázquez, Murillo y Valdés Leal. Zurbarán no era sevillano pero tuvo una presencia importante en la ciudad. Estamos en la época de los claroscuros y el tenebrismo; la pintura religiosa y el retrato social.
Una parada en el Museo de Bellas Artes te dará una visión panorámica de los distintos periodos del arte sevillano, pero especialmente del barroco. La visita es muy asequible, no va a alterar tu presupuesto.
Si de todas maneras no te apetece meterte bajo techo a ver obras, no dejes pasar la ocasión de callejear por la ciudad haciendo parada en los lugares, públicos o privados, que estuvieron vinculados con los artistas. Ten en cuenta que en 2018 se celebró el cuarto centenario del nacimiento de Murillo y se aprovechó para actualizar su presencia en la ciudad. Puedes acercarte hasta su casa, por ejemplo, en el número 8 de la Calle Santa Teresa.
8. Subir al Mirador de Las Setas
La verdad es que el nombre oficial es Metropol Parasol, pero los sevillanos decidieron desde el primer día que eso eran Las Setas de La Encarnación, por la plaza donde están ubicadas, y nadie discutió el nombre.
Se trata de un conjunto de enormes parasoles construidos en madera, y es una recomendación habitual que visitar por la oficina de turismo. Fue inaugurado en 2011 en una zona que hoy está supertransitada, llena de cafeterías y terrazas para pasar la tarde.
Es muy recomendable tomar el ascensor hasta la parte superior, donde es posible hacer un recorrido por unas pasarelas que te ofrecen una vista panorámica de toda la ciudad. Cuesta solo tres euros. Si lo haces al final de la tarde, en la hora de la caída del sol, te aseguras unas fotazas de altura, con todos los perfiles del casco histórico recibiendo la última luz del día. Es algo que ver para llevarse una imagen única de recuerdo.
Te doy un consejo para que no piques (ejem, como otros): al pagar el ticket del ascensor te dan un vale para una consumición gratuita y tú deduces que cuando llegues arriba te podrás tomar algo gratis. Error: es abajo. Mi recomendación es que preguntes dónde es en el momento, porque luego desandar lo andado para informarse es un fastidio. Y una vez arriba vas a querer quedarte en la terraza del mirador… que no es lo más económico del mundo.
Si fuiste con tiempo y quieres aprovechar más la visita, te cuento que en las mismas setas hay un mercado de abastos donde encuentras de todo, incluidos los productos típicos. Y también hay un pequeño museo con ruinas romanas, una sorpresa que se encontraron cuando empezaron las obras de las setas y que ahora se exponen al público.
9. Barrios de Triana y la Macarena

Hay que cruzar el río para visitar el barrio de Triana, que comprende desde el Puente del Cristo de la Expiración hasta el de San Telmo; en medio, el puente que comparte nombre con el barrio, ejemplo de la arquitectura del hierro del siglo XIX. Es otra de las visitas típicas, algo que desde luego hay que ver en Sevilla.
Aquí iremos con un poco de calma para disfrutar de un ambiente de barrio, cien por cien sevillano. Nada más cruzar el puente de Triana llegamos a la Plaza del Altozano, chiquita, pero nos sirve de referencia para movernos en el barrio.
Desde esa misma plaza podemos acceder al Mercado de Triana, construido sobre las ruinas del Castillo de San Jorge. Hoy es una instalación moderna que conserva su encanto gracias a los carteles anunciadores en azulejo pintado.
Es una visita interesante para familiarizarse con los productos de la zona en plena temporada. Pero es que además puedes hacer un alto y tomarte unas tapas con un vino en alguno de sus restaurantes, bares y gastrobares.
Una vez en el exterior, un paseo muy recomendable es recorrer la calle Betis, que va pegada al río y nos regalará unas vistas estupendas de la otra ribera.
Aunque hay más barrios visitables (si vamos con tiempo sobrado) quiero nombrar también el de la Macarena, en la margen izquierda del río. Por supuesto primero hay que presentar nuestros respetos a la Virgen, que reposa en la Basílica del mismo nombre, sabiendo que estamos en un lugar que en Semana Santa es centro de peregrinación de miles de personas.
Estamos algo alejados de la zona más céntrica, pero tenemos muchas cosas que ver en el barrio. Una es el Parlamento de Andalucía, que está en un edificio monumental conocido como el Hospital de las cinco llagas. También la Puerta de Córdoba, la Puerta de la Macarena; la Iglesia de Santa Marina, la de San Marcos…
Pero la visita que te recomiendo, porque es algo que se sale de los tours de siempre y que es bastante original, es conocer la Torre de los Perdigones. Te cuento: formaba parte de una antigua fábrica de perdigones y es uno de los pocos restos de arquitectura industrial sevillana. Una curiosidad es que los perdigones se fabricaban por gravedad, es decir, dejando las bolitas de plomo fundido en caída libre para que se formasen mientras se enfriaban.
Y ahí verás otra curiosidad más: hay una cámara oscura que permite, mediante un periscopio, ver imágenes del exterior en una superficie cóncava, como una película. La cámara oscura es la precursora de las cámaras fotográficas actuales. Si lo visitas te lo explican todo.
10. Espectáculo de flamenco

Oye, que no te puedes ir de Sevilla sin un poco de flamenco. Ofertas no te van a faltar, porque la ciudad está sembrada de tablaos. Hay espectáculos más comerciales, pensados para encajar en el cliché del turista, y otros que mantienen la pureza del género. Todo depende de lo que te apetezca hacer.
Si de verdad eres aficionado al flamenco o te gustaría conocerlo tal cual, te recomiendo que trates de sumarte a las actividades que organice alguna peña. Puedes consultar esta guía para conocer la agenda cultural actualizada o directamente irte a un espectáculo de los muchos que ofrecen distintos tablaos.
Si te pierdes entre tanta oferta -es que hay mucho, de verdad- puedes echarle un vistazo a mi lista de los 10 mejores tablaos flamencos de Sevilla, que te sirve de orientación para saber qué ver y escuchar, desde lo más tradicional y turístico hasta propuestas más contemporáneas.
Cosas qué ver en Sevilla en un día
¿Solo tienes un día para hacer turismo? A ver, menos es nada, pero por un día no te compliques mucho la vida. Lo que te recomiendo para una sola jornada es callejear todo lo que puedas para tomar contacto con la ciudad, tomarte unas tapas… Hay mucho que ver en Sevilla, y en un día no te va a dar tiempo a todo. Así que aprovecha esas horas para disfrutar sin complicarte.
- Por la mañana. Tómate el primer café en la zona de la Catedral. Desde ahí, puedes caminar hasta el Real Alcázar y los Jardines de Murillo. En medio tienes toda la judería para darte un buen paseo por una zona de lo más pintoresca. Solo con eso ya echas la mañana completa.
- A mediodía. Siéntate a comer en la zona sur de los Jardines de Murillo. La calle San Fernando tiene un montón de opciones, desde franquicias conocidas hasta restaurantes con platos más elaborados. Y distintos precios, claro.
- Por la tarde, y después de haber descansado un rato, puedes continuar hasta la Plaza de España y atravesar el Parque de María Luisa hasta llegar a la zona del río, donde lo que toca es terracear un rato. Si la tarde es buena, acaba el día navegando por el Guadalquivir. Una jornada redonda.
Ten en cuenta que un día pasa rápido. Te va a permitir caminar sin más, que no es poco porque te enganchas a la energía de la ciudad. Pero el tiempo es limitado y tendrás que detenerte lo justo. Si eres de los que al viajar se paran a hacer una foto de cada piedra, no llegas. Es mejor que abarques menos y disfrutes más.
Puedes ver una guía completa de qué ver en Sevilla en un día en este artículo.
Cosas qué ver en Sevilla en dos días
Ya puedes plantearte un par de visitas interesantes de nuestra lista de qué ver en Sevilla, de las que requieren programación y un poco de tiempo. Mi propuesta es que lo hagas por la mañana, y la tarde te la tomes en plan más relajado.
- Día uno. Reserva la mañana por ejemplo para el Real Alcázar. No quiero hacerte madrugar, pero mi consejo es que vayas a una hora que te permita aprovechar bien la jornada, ya que estás. Luego puedes bajar a la Plaza de España y tomarte un respiro en el Parque María Luisa. Desde ahí estás a un paso del río. Termina ahí la jornada, con tu paseo en barco y una copa en los locales de la ribera.
- Día dos. Programa otra visita importante por la mañana, te propongo la Catedral. Dedícate a recorrerla con calma y sube a la Giralda. Por la tarde, y después de haber comido algo, date una vuelta por la judería. Pero con toda la calma del mundo. Y ni siquiera hace falta que te vayas a otra parte para cenar, tienes todo lo que necesitas en la zona.
Es interesante que busques lugares para disfrutar el atardecer. Si estás en el río, estupendo, ya lo tienes. Si no, el Mirador de las Setas es otra opción. Si el día fue bueno, la caída de la tarde es un espectáculo maravilloso
Puedes ver una guía completa de qué ver en Sevilla en 2 días en este artículo.
Cosas qué ver en Sevilla en tres días
Ya sabemos que hay muchas cosas que ver en Sevilla pero en tres días ya te da tiempo a marcharte con muchas imágenes de tu visita a la ciudad. Puedes tomar como referencia el plan para dos días y añádele ingredientes para hacerlo más completo con esa tercera jornada extra que tienes.
¿Y qué puedes ver en 3 días? Cruza los puentes e investiga un poco la otra orilla, algo menos visitada. Vete hasta el puente de Triana y crúzalo. Descubre qué ver en el barrio y el mercado, y luego camina por la orilla hasta el puente de San Telmo y vuelve a cruzar. Puedes hacer lo mismo del otro lado y explorar desde el Paseo del Guadalquivir hacia dentro, el Teatro de la Maestranza, la Plaza de Toros del mismo nombre, y de ahí camina hasta la Plaza Nueva y el Ayuntamiento. Si llegas en hora hasta puedes visitarlo, reservando tu entrada.
Y si aún te quedas con ganas, remata esa tercera noche con un espectáculo flamenco. No lo habrás visto todo (porque es imposible), pero has aprovechado muy bien el tiempo en 3 días.
Puedes ver una guía completa de qué ver en Sevilla en 3 días en este artículo.
Cosas qué hacer con niños
¿Y si viajas con niños? ¿Qué hacer con estos torbellinos de energía? Pues no pasa nada, salvo que tendrás que incluir algún ingrediente para ellos y adaptar un poco los horarios para que lo lleven bien (¡y tú también!). Te cuento algunas de las cosas que hacer en Sevilla, para que niños y adultos lo pasen bien.
- El acuario. Es un recurso que no falla Te recomiendo que consultes su web cuando vayas a ir porque tienen actividades interesantes según las fechas, como talleres de fin de semana o la noche con tiburones.
- ¡Vamos a Isla mágica! Atento porque te lo van a pedir. Es un divertido parque acuático ubicado en la Isla de la Cartuja, es decir, que no te complicará el transporte porque está muy cerquita del centro histórico.
- El Museo Casa de la Ciencia es otra idea más, por si con las anteriores no fue suficiente. Tiene un planetario, exposición permanente y otras temporales (a consultar en la web) y distintos talleres en los que podéis participar. Éxito garantizado.
Celebraciones y fiestas
Semana Santa
Es una de las citas que todo sevillano tiene muy bien ubicada en el calendario. Si quieres, puedes sumarte y vivirás una experiencia única. Eso, asegurado.
La Semana Santa tiene, obviamente, un marcado sentido religioso. Comprende todas las celebraciones y rituales que tienen lugar en la ciudad entre 2 domingos, el de Ramos y el de Resurrección.
Para los sevillanos no es un acontecimiento puntual. Muchos forman parte de alguna de las sesenta hermandades y cofradías, y viven todo el año la preparación de la Semana Santa. Todos los rituales están coordinados y tienen un sentido profundo que los sevillanos viven con total devoción.
Describirlo aquí sería largo y complejo, pero te recomiendo que si quieres de verdad empaparte de lo que es la Semana Santa Sevillana, conozcas antes un poco de su historia para comprender mejor todo lo que vas a ver. Y cuando te sumes a los actos, lo hagas con total respeto por un ritual ancestral.
Lo primero que deberás hacer es conseguir un programa. Así, con el calendario delante, puedes ver en qué eventos quieres participar, conocer itinerarios, horarios, etc. En general, te recomiendo que te lo tomes con calma. No son días para andar con prisas, las aglomeraciones pueden ser importantes y caminar por la calle es difícil. Simplemente que lo sepas y que no te agobies.
Pilla el ritmo de la ciudad: la Semana Santa en Sevilla es algo que hay que ver, pero sobre todo vivir. Esta celebración puede cambiar tus planes sobre qué visitar en la ciudad porque el ambiente en las calles es especial.
Feria de Abril
En otra onda completamente diferente tienes la Feria de Abril. Lo del mes es un poco orientativo, porque las fechas varían cada año. Una vez situado en el calendario, ahí sí: música, comida, bebida, trajes, caballos, folclore y todo lo que haga falta para pasarlo bien.
Si es la primera vez que te planteas ir, lo mejor que te podría pasar es hacerlo en compañía de alguien de la ciudad. ¿Por qué? Porque la Feria de Abril es de los sevillanos y para los sevillanos. No es una fiesta para turistas, aunque cada vez hay más. Así que lo mejor que puedes hacer es tratar de mimetizarte desde el minuto uno. Cuanto más te integres, mejor te lo vas a pasar.
Dicho eso, que es importante, retomo: tener un amigo es la mejor manera de meterse de lleno en la fiesta. De hecho si quieres pisar una de las 1051 casetas, la única manera es que te lleven. En las casetas entran los socios, que pagan su cuota anualmente y son los que pueden llevar invitados.
Si no tienes esa suerte, hay un número de casetas de libre acceso que no pertenecen a familias o asociaciones, sino a otras entidades como ayuntamientos o partidos políticos. De todas maneras, no descartes poder entrar en alguna de las restringidas. Si no es hora punta, no hay mucha gente, lo pides con educación y no tienes pinta de ir a armar jaleo, es muy posible que puedas pasar.
Aparte de eso, ten en cuenta algunos consejos para desentonar lo menos posible en un ambiente que, aunque no lo notes, está lleno de códigos que hay que saber. ¡Los novatos son muy fáciles de detectar!
Lo primero es que a la Feria de Abril no se puede ir de cualquier manera, hay que currárselo al menos un poco. Es decir, hay que ir bien guapo. Las mujeres visten de flamencas y los hombres van con chaqueta. Y si no es posible (si es la primera vez igual no tienes un traje de flamenca a mano ni nadie que te lo preste), al menos hay que ir arreglado. Muy arreglado. Que se note el esfuerzo, porque la apariencia importa mucho.
La Feria tiene distintos ambientes de día o de noche, y ambos merecen mucho la pena. De día te fijarás más en “lo bonito” de la feria: los trajes, los carros engalanados, los caballos, las casetas… De noche el ambiente tira más a fiesta. Hay música, actuaciones y sobre todo muchas ganas de pasarlo bien.
Otra cosa que se hace en la Feria de Abril es comer y beber. Encontrarás de todo, más y menos elaborado. Aquí solo te voy a nombrar lo imprescindible: la tapa de jamón, las gambitas, el pescado frito, la tortilla de patata. Los clásicos nunca decepcionan.
Y para beber puedes apuntarte al rebujito, una combinación de vino manzanilla con refresco y un poquito de hierbabuena. Baja muy bien, es fresquito y tiene el alcohol un poco rebajado. ¡Aunque cuidado con las resacas!
Otros consejos para visitar Sevilla
Con estas recomendaciones que te he dado creo que ya tienes lo que te hace falta para poner Sevilla en tu lista de lugares que visitar y saber qué ver para sacarle todo el partido. Aún así, ten en cuenta algunos consejos importantes que te pueden aligerar mucho el viaje o, al menos, evitarte problemas… y una insolación.
- Vas a una ciudad megaturística. Deberás tener las precauciones lógicas de todo viajero que no quiera volverse a casa sin la cartera o sin el teléfono móvil.
- Atento a las temperaturas. Sevilla en verano puede ser un horno. Cada vez que pongas un pie en la calle no olvides la gorra, la botella de agua, el protector solar, y lo que sea que necesites para pasar una jornada a muchos grados.
- Sé previsor. Si tienes interés en visitar algo compra previamente los tickets online, especialmente de los lugares más frecuentados. Puede que si no te quedes fuera. O peor: tengas que soportar más de una hora de cola a pleno sol.
- La ciudad está sembrada de visitas guiadas para todo lo imaginable. Decide qué ver y estúdiate un poco la oferta. Lo más barato puede ser de poca de calidad (¡señores, un guía turístico cobra!), aunque también es posible que los precios se inflen en temporada alta. Sé un poco crítico antes de pagar.