El barrio de Santa Cruz se caracteriza por sus calles estrechas llenas de pequeños rincones que pasan inadvertidos al turista poco informado y que son auténticos tesoros del patrimonio y la esencia original de la ciudad.
Uno de esos rincones es la plazuela de Santa Marta, o plaza de Santa Marta, muy cerquita de la catedral; un auténtico oasis que parece escondido expresamente para dar al barrio un respiro de la multitud de turistas que lo recorren cada día.
Un oasis en medio de Sevilla
Su único acceso está en un pequeño callejón que parte de la plaza de la Virgen de los Reyes, en la parte de atrás de la catedral, y desde la que puedes tener un vista completa (y una foto preciosa) de la Giralda.
Es una plaza empedrada muy pequeña y que aún conserva ese aire mágico y auténtico del barrio de Santa Cruz original.
En el centro se encuentra el Crucero de San Lázaro, del siglo XVI y procedente del antiguo hospital de San Lázaro. Se trata de una bonita cruz de piedra con un crucificado en una cara y una Piedad en la otra.
Como curiosidad: los cuatro naranjos que la rodean son los más altos de Sevilla, y le acaban de dar al conjunto el encanto y el toque de frescor y verdor de los patios típicos sevillanos.
Historia y leyenda de la plaza de Santa Marta
El nombre de la plaza viene del antiguo Hospital de Santa Marta, que fue fundado en 1835 y que actualmente corresponde al convento de la Encarnación, que está justo junto a la plaza.
En dos de las casas de la plaza puedes ver dos cerámicas que recuerdan a dos ilustres habitantes: Mateo Vázquez de Leca, canónigo de la catedral, y José Torre Padilla, fundador de las Hermanas de la Cruz.
La plaza de Santa Marta es también uno de los rincones que forma parte de la cultura y las leyendas de la ciudad, y es que, además de ser una de las plazas más bonitas de la ciudad, es el lugar donde se dice que Don Juan Tenorio raptó a Doña Inés.