Sevilla está repleta de rincones relacionados con momentos históricos de la ciudad o con alguno de sus muchos mitos y leyendas. Y también con un montón de personajes, reales o ficticios, que los protagonizan.
Entre los jardines de Murillo y la Puerta de la Carne, la única vía de entrada de carne a la antigua judería antes de que los judíos fueran expulsados de la ciudad, se encuentra uno de esos rincones: la plaza de los Refinadores, que recibe su nombre de los refinadores de cuero, que hace siglos se agrupaban en la zona.
El barrio de Santa Cruz tiene muchos lugares de interés que visitar, y casi seguro que vas a necesitar descansar un rato antes o después de recorrerlo. La plaza se encuentra en la entrada al barrio y es un lugar tranquilo en el que puedes descansar de la dura vida del turista durante un rato.
«¿No es cierto, ángel de amor…?»
Si tuvieras que citar un pasaje de Don Juan Tenorio, probablemente sería este, ¿verdad?
En uno de los lados del pedestal de la estatua de Don Juan Tenorio, en la plaza de los Refinadores, aparece una frase de la famosa escena del sofá. Sin embargo, curiosamente, no es esta.
Te hablaba antes de los muchos personajes que salpican los rincones de Sevilla, y el monumento a Don Juan Tenorio es uno de ellos. Ficticio, en este caso, y popularizado por varios autores.
Un seductor personaje literario que hace lo que haga falta por conquistar a la dama que desea y que apareció por primera vez en El Burlador de Sevilla, atribuida a Tirso de Molina en el siglo XVII, aunque es mucho más conocido por ser el protagonista de Don Juan Tenorio, escrita por José Zorrilla en 1844.
La fama que ganó en esta última obra fue la que lo hizo un personaje tan popular al que se dedicó una estatua en bronce en la plaza de los Refinadores. De tamaño natural y vestido con capa y espada, tal y como aparecía en las obras del siglo XVII.
Mientras descansas en la plaza a la sombra de las palmeras, y después de visualizar a Don Juan Tenorio recorriendo la zona, echa también un vistazo a las casas y balconeras de la plaza, especialmente a la Casa para Luis Prieto y a su bonito balcón esquinero.